La viruela es, en esta época de
revoluciones, la más mortífera de las enfermedades, por encima de
la peste bubónica, el tifus o el paludismo. A pesar de un primer
avance en la higienización de las ciudades, los tramados medievales
seguían favoreciendo que los excrementos y las basuras se acumularan
en las callejuelas. Se dice que la tercera parte de los
habitantes de Londres, exhibía las marcas de la viruela.
Ante esta enfermedad, Edward Jenner
(1749-1823) inventó la vacunación antivariólica, primera arma
biológica eficaz para la prevención de una enfermedad
infectocontagiosa.
Ciertamente, el descubrimiento de esta
cura tiene su camino plagado de anécdotas, algunas de las cuáles
destacaremos en este texto.
Su antecedente más directo, fue la
difusión en Europa de la variolización que es de origen chino, pero
que llegó a Europa de manos de la mujer del embajador británico en
Turquía, Lady Mary Wortley Montagu.
La técnica asiática de la
variolización consistía en inyectar de manera subcutánea serosidad
procedente de las heridas que deja la viruela en otros humanos. Sin
embargo, esta práctica que alcanzó gran popularidad al salvar a dos
princesas de sangre real en 1722, fue perdiendo aceptación hasta el
período revolucionario, por los peligros que entrañaba.
Jenner era un médico rural, y había
observado que la viruela no prendía en aquellas personas que habían
padecido la viruela vacuna.
Lo que sucedía es que el cuerpo creaba
defensas contra esta enfermedad vacuna (viruela vacuna) que podemos
considerar “menor”, y quienes fueron de hecho inoculados con esta
vacuna conseguían una defensa mayor contra la viruela humana.
Uniendo estas experiencias, a la
variolización que Ms. Montagu aportó desde Turquía, Jenner se puso
a investigar para llegar a la conclusión que cambiaría el rumbo de
los remedios a las enfermedades infecciosas. Si conseguía inocular
la viruela vacuna, podría prevenir la viruela mortal.
El médico, se puso manos a la obra,
elaboró un proyecto bien fundamentado que sin embargo, fue rechazado
por la London Royal Society, y esta respuesta fue en general
la que obtuvo en esos primeros momentos. Frialdad, e incluso pavor
ante la idea de vacunar a personas con una enfermedad vacuna. Una de
las anécdotas más conocidas que generó el invento de esta vacuna
decía que, si se vacunaba a la población con una serosidad
proveniente de vacuno, corrían serio riesgo de comenzar a parecerse
al animal. De mano de los sectores más críticos, y cómicos porqué
no, se gestaron cientos de imágenes e ilustraciones ridiculizando
esta idea, por ejemplo la picadura de vaca, del artista
Gillray.
Finalmente, Jenner prosiguió con sus
investigaciones y demostró la funcionalidad de las mismas. A partir
de 1801, la vacunación contra la viruela fue regular y efectiva.
Un anuncio español de 1940 animando a vacunar de esta enfermedad |
_ _ _ _ _ _
Esta entrada forma parte de una colección para explicar mejor los elementos de la línea del tiempo presente en nuestros talleres, como complemento a la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario